miércoles, 12 de enero de 2011

Año nuevo, nueva.... estem...

Suenan las doce campanadas en las mejores iglesias europeas. En España, las amas de casa se apuran a comer las uvas antes de que el sonido se apague. Australia se jacta de ser la primera en recibir el año y el puente de Sidney brilla. Y si ponés Crónica, para ver cuantos segundos faltan, y calcular el descorche para que la sidra no se caliente ni un poquito, está el"especial de la mejor música del 2010", donde paradójicamente la mitad de los artistas que se ven están muertos. La noche se ilumina, y por esas casualidades de la vida refleja los sueños que flotan en el aire.

En cada casa, copa en mano, surgen los buenos deseos. Y las promesas. Benditas promesas muchas veces efímeras, que se extinguen cuando cerramos los ojos.

La iglesia, en sus orígenes, prohibía jurar en vano. Yo, ahora, sin ser religioso, prohíbo (en mi reino) prometer en vano.

Si vas a prometer, cumplí. Sino, dedicate a brindar.