sábado, 3 de noviembre de 2012

Siento que he estado allí. Y me creen!

    Situación rara, difícil de entender. Ni siquiera yo sé por qué me pasa.

    Enfrento una situación X, no tiene por qué ser en un contexto predeterminado ni a una hora establecida. No hace falta nada. Yo ya sé como va a terminar. Hasta memorizo los diálogos. Sé qué me van a responder y por qué lo hacen quienes están conmigo en esa situación. Sé que alguien que no pertenece a esa situación va a entrometerse y decir algo inadecuado que llame mi atención.

    Me ha pasado de chico, y también de adulto. Siento que los demás me observan con cierta extrañeza, impávidos, como si tuviera una suerte de poder para adivinarles el pensamiento. Sepa usted señor lector que no creo en nada de eso, ni siquiera en los mentalistas que aparecen en televisión adivinando un número de 14 cifras, que devuelve la suma de su edad y su año de nacimiento multiplicada por la cantidad de átomos del mundo menos 3.



    De lo que sí me jacto es de tener credibilidad. A fuerza de factos y resultados, me he convertido en una suerte de "pastor" en el mundo, tanto familiar como profesional. Basta que diga entre mis compañeros que "los sapos no son azules porque sino al besarlos se convertirían en príncipes verdes" para que ellos pongan en duda la coloración que la madre naturaleza le ha otorgado a estos anfibios.
    Hay por supuesto quienes creen que por ser ingeniero tengo la facultad de saber más que los otros, y que mi cerebro es capaz de acopiar mayor conocimiento. Nuevamente sepa usted, señor lector, que también puedo acopiar gran cantidad de estupideces, y no me siento orgulloso de ello.
   

    Soy en extremo racional. No acepto casi nada en primera instancia sin fruncir el entrecejo evaluando su veracidad. Desde mi punto de vista si uno sale a caminar por ejemplo, es para ir a comprar el pan, o a hacer un trámite o a distenderse. Pero es por algo: uno no sale a caminar por salir a caminar solamente.
 

   Me siento en la difícil tarea ahora de poner todo sobre la mesa y consignar cuán extravagante soy si es que lo soy, aprovechar mis capacidades diferentes si es que las tengo, y pensar como usarlas en beneficio de mi razón de ser, aunque no estoy seguro de conocerla.