lunes, 27 de julio de 2009

Problemas de identidad...


Me está costando muchísimo distinguirme.

Son esas etapas de la vida en donde mis aspectos distintivos, disímiles, erosionan dejando a su paso una meseta que me equipara con todo el resto. Es que me miro y no me reconozco, me veo igual que muchos otros y similar a muchos más.

¿Soy uno más o tengo algo que me caracteriza y lo estoy omitiendo? Sugerencias super bienvenidas.

miércoles, 22 de julio de 2009

"La verdad me decepcionaste"

¿Cuántas veces hemos escuchado la frase que lleva como título este post? ¿Y hasta que punto conocemos la decepción como para saber que estamos inmersos en ella?

La decepción se manifiesta (o nace) cuando luego de haber hecho mentalmente ambientes ideales, uno comprueba una desviación respecto de sus pensamientos con la realidad. Por ejemplo, cuando uno piensa que tal espectáculo o película "debería" de ser grandiosa por el costo de la entrada misma. Luego de verlo/a, comprobamos que nos dejó "con gusto a poco". Es decir, la verdad, nos decepcionó.

Entonces, ¿hasta que punto puede alguien imaginar sus ideales, sabiendo que cuanto más altos y difíciles de concreción sean estos, existe un mayor y temible riesgo de decepcionarse?. Pero, por otra parte, ¿que sería de nosotros si no profesáramos la ilusión como parte de nuestra rutina? Porque a pesar de tener que hacer cola para todo, uno tiene la ilusión de un día llegar a la municipalidad y encontrarla vacía, con todos los empleados alegres y con predisposición para atender. Si si, ya sé, es un sueño por demás utópico, pero un sueño al fin...

Es aborrecible pensar en una vida sin sueños, sin ilusión, sin mística. Es preferible a veces quedarnos con la imposibilidad de creer como el mago introdujo a su voluptuosa asistente en una caja, la cortó como una pizza, y ésta, sale luego de la misma caja sonriendo y comiendo manices salados al mismo tiempo... Y, desde luego, es decepcionante ver el "detrás de escena" donde se aprecia que el mago en realidad cortó una caja vacía, carente de vida.

El que no se arriesga a soñar, no se decepcionará de seguro, pero, ¿cuántas experiencias estamos dispuestos a perder por no arriesgarnos a soñar?

lunes, 20 de julio de 2009

Listo.



Quería agradecerte porque hace rato no invertía tanto esfuerzo para lograr algo. Y lo mejor es que lo logré y que me siento bien por haberlo hecho.

Gracias amor. Te amo.

martes, 14 de julio de 2009

La puerta de la felicidad...




Va tomando forma...

lunes, 13 de julio de 2009

Que nariz grande debo tener que no puedo ver más allá de ella.

No sé que pasa. Me dieron ganas de escribir así que despejé el lugar para escribir y vine. Tuve que desalojar a alguien, pero en mi anhelo por escribir ni me percaté de quien era. Hay un conjunto de cosas que cuando uno las siente, es mejor expresarlas en papel o algo similar, como constancia de que alguna vez las sintió y para releerlas si es que nunca vuelve a sentirlas. Y por eso estoy acá. Porque te quiero contar lo que siento, y lo desafortunado que me siento por lo que siento.

Todo empezó como un juego. Vos estabas frente a mi, a una distancia lo suficientemente prudencial como para denotar tu fastidio. Me mirabas distinto. Tus ojos no eran los de antes. El llanto los cambió. El llanto y la tristeza los apagaron. El dolor los cegó. Intentaste lastimarte, porque mientras llorabas lamentabas lo que decías. Ahí empecé a entender que no jugábamos, y me quedé estático, inmóvil, impotente.

Estático. Macizo. Duro hasta para sentir. Lo que más cotizaba en ese momento era tu amor, y yo estaba perdiendo millones en la bolsa. Te ibas, te perdía, te morías en los brazos del sujeto a quien amabas. Y lo peor es que no morías por amor sino de dolor, de ira, de miedo.

Me harté. La distancia prudencial fue violada y hubo tras mucho esfuerzo una sonrisa.

Reaccioné. Tarde, demasiado para mi gusto.