lunes, 25 de febrero de 2013

Tardes de bondi...

Centrás tu mirada en el horizonte. Allá, en el puntito donde la parte convexa del asfalto se funde con la copa del ombú. Buscás algo antinatural, raro, excéntrico. Algo cuadrado con un número de LED al frente. Por suerte el pronóstico para hoy anuncia cielo despejado y 37 grados a la sombra (beneficio que disfrutan los de la segunda fila, a la cual no pertenecés). Alguien te pregunta: ¿esta cola para cuál es?. Firme, respondés: "para el que va a ford", aunque no tenés la más pálida idea. Finalmente, el humo de la lámpara maravillosa (o de algún escape que no pasó la VTV) se disipa y emerge él, vacío, único, y con la mugre característica de la línea. Porque no sé si se fijaron, pero cada línea tiene su "dibujito" en lo roñoso. Pareciera que el mismo Quinquela que le hizo los firuletes al costado hubiera mojado el dedo índice para destilar un "sucio lavame" llegando al guardabarros trasero. Si en este momento apareciera el genio, sólo querrías uno de tus tres deseos: un asiento libre.

Curiosamente, ese tan ansiado, ese al que vos esperaste tanto, el que tanto te inquietó, ¡te ignora! La gente que empieza a subirse es de otra cola, que también va a ford, pero formada por los que van "libres" al primero que aparezca. Es como la defensa de Boca: hay cuatro que hacen marca personal, y el resto se encarga del que llega ocasionalmente a cabecear. No tenés tiempo de pedir permiso. ¡Se están colando viejo!

"Seis", le indicás al chofer con la misma vehemencia que respondiste al de la cola. El tipo erige levemente la ceja derecha, y desubicadamente te pregunta "¿Hasta dónde viajás flaco?", echando por tierra tu cohartada. "Acá nomás, hasta el puente". Setecientos treinta y cuatro puentes tiene la General Paz. "Seis setenta y cinco" te tira frío, y una risa socarrona denota su triunfo.

Adentro, bolsos, mochilas, bolsas, carritos, celulares, viejas, parecen ser cómplices para impedirte el paso. El flaco del medio jamás se enteró que venías pidiendo permiso. Sus tétricos auriculares expiden un monofónico sonido tropical y no se saca la mochila, que mide como un metro cuadrado. Es el impenetrable del pasillo central. Lo cuerpeás al mejor estilo pilar de rugby, y te mira desafiante, casi que con desprecio.

Abríendote paso llegás hasta casi el fondo, donde un obrero de uniforme de grafa te mira fijo mientras piensa "me tocaste el culo recién". Y vos, por cordialidad, le sonreís, dándole a entender que además de tocárselo te gustó... A pesar de que el invierno pasó hace tiempo, las ventanas gozan de una resistencia magnífica a abrirse. Del aire acondicionado del laburo, al baño turco público.

Cerrás tus ojos y pensás "que pase lo más rápido posible"...

lunes, 18 de febrero de 2013

Hablando en difícil

Los menesteres de la vida me han llevado a expresarme de manera literal, sintáctica y lexicográficamente correcta. El vasto material que leí durante mi carrera, y el material de diversa índole que proceso hoy día, me fuerzan a enfrentar una posición crítica respecto a cuan beneficioso y agradable es respetar aquellas reglas o normas que en su momento, alguien se encargó de redactar, y conseguir los avales correspondientes para ponerlas en vigencia.

Para muchos, hablo en difícil, tarea en desuso para los tiempos modernos. Utilizo condicionales y modo subjuntivo en ocasiones diferentes, porque no todo es "habría", "hubiera" tiene su mérito también...

Dudo de las versiones que presentan los noticieros, y de las víctimas "aproximadamente" muertas o heridas. Me irritan los errores, y más profundamente los míos. Sin embargo, me alegra tenerlos, porque suelen representar oportunidades de mejora tanto personal como profesionalmente hablando. Me molesta además la diferencia de criterio sobre un mismo punto de la misma persona a lo largo de una nota, resumen, documento, etc: por ejemplo, si en la página 2 de un procedimiento escribís "el disco es re-gravable", mantené esa tendencia, no pongas "re grabable" en la página 5 y "re grabavle" en la 7. ¿Me explico?

Me he ganado el odio de otros muchos, que dicen que siempre ando corrigiendo a la gente. Por la misma razón, no suelo ser muy popular o "copado" en los ambientes en los cuales participo. Mas, he generado admiración en otros, porque me imaginan muy formado o culto.

Creo que voy a tener que mejorar (o empeorar), sólo para sentirme incluido.