martes, 27 de abril de 2010

El límite del raciocinio y el comienzo del sentir.

Varias veces escucho a la gente que critica a los demás, mediante la frase "¿Por qué no pensás un poco más las cosas? ¿No tenés dos dedos de frente?" Y yo pienso: a pesar de que haya gente que tenga mucha frente, no siempre coinciden con ser seres muy pensantes...

¿Cuánto podemos pensar algo? ¿Hasta dónde se puede usar la cabeza para resolver asuntos que no son del todo razonables? ¿Qué grado de espontaneidad se perdería, si todo el mundo pensara antes de actuar?

Ayer leí en el nick del msn de una amiga "Y por pensar tengo un millón de cicatrices" y realmente me conmovió. ¿Hasta qué punto podemos obtener beneficios del uso de la razón sin caer en el hecho de que su exceso nos lastime?

Por ejemplo: tu novio/a, marido/a, concubina/a, compañero de trabajo, etcétera, te dice "tenés un grano re poderoso en la frente..." Si uno se pone a divagar sobre por qué te dice eso, puede llegar a las siguientes conclusiones:
1) De verdad tenés un grano, y es enorme
2) Te lo dice por venganza, porque a él/ella le salieron 7 y a vos ninguno, entonces te tiene que hacer parte de su miseria
3) De verdad tenés un grano, y te lo dice porque te quiere
4) No estás seguro de tener un grano pero confiás en lo que te dice
5) No estás seguro de tener un grano, y encima le decís "naaaaaaaah" y vas a mirarte al espejo (lo que demuestra que no confiás)

Lo más triste, es que mientras pensamos todo esto, si el grano está, aún sigue, y si no está, perdimos un valioso tiempo que podríamos haber minimizado pasando el dedo por el lugar indicado.

Sé que el asunto del grano es un concepto algo deforme, pero es lo que mejor se ajusta a lo que quiero decir: hay cosas que podés ponerte a pensar, y cosas que no

jueves, 22 de abril de 2010

Que lo parió che...

Cada vez cuesta más llenar la heladera...

domingo, 18 de abril de 2010

¡Que te resbale!

Por la posición que ocupo en el trabajo, tengo que lidiar permanentemente con una difícil situación. Mejor dicho tenemos, porque somos varios los que la padecemos.

Siento como si hubiera una guerra entre rusos y alemanes, unos con apoyo de Estados Unidos y los otros de China, unos con su super tecnología, y los otros curtidos ya de tanto combatir. Una pradera inmensa, de un verde infinito que se hunde en el horizonte hasta declinar en el más puro celeste de un cielo que no tiene conciencia de lo que está a punto de pasar.

Y nosotros en el medio. De todas las posibles, la mejor y más calificada carne de cañón de todo el piso. Recibiendo fuego cruzado de ambos lados, es lógico que algún misil con un leve desvío angular nos impacte perpendicularmente en la cabeza, reduciéndonos a simple escoria, aunque dejando vestigios sanguíneos en los uniformes de los que nos rodean.

¿Que cuál posición ocupo? Control de calidad. Agente de la calidad. Es tratar de ser el auxilio que toda persona necesita cuando está viajando en plena ruta, a 200 kilómetros de cualquier interacción siquiera con una rata, quisiera tener. Hasta que aparecimos nosotros, todos viajábamos sin auxilio: si llegábamos a destino en buenas condiciones, entonces teníamos éxito. De lo contrario, a empujar se ha dicho.

Pero aún hay más. ¿Qué pasa si tu propio auxilio tiene la misión de explicarte por ejemplo, que baches deberías evitar para no haber causado la pinchadura, o te explicara cómo es el proceso para cambiar un neumático, aún cuando lo has hecho miles de veces, y por un tiempo más que prolongado? Entramos en un terreno escabroso. En cierta manera hay quienes se relajan y conducen despreocupados, y a toda velocidad, porque ya saben que hay alguien más dispuesto a auxiliarlos. Hay quienes saben que a pesar de que necesiten ese recambio, si el auxilio mismo resulta tedioso -o simplemente hace algo que les desagrada- lo arrojarán con toda su furia lo suficientemente lejos como para no oírlo, y dedicarán en su honor cientos de maldiciones y prejuicios.

Lo que nadie, absolutamente nadie, tiene en cuenta, es que alguna vez nosotros también condujimos, y que ahora, entre tanto desprestigio y desesperanza, intentamos ayudar y no perjudicar.

Alguna vez entenderán, que cuando vayan por ese auxilio, luego de haberlo desgastado y deformado en diversas ocasiones, puede que éste falle, a pesar de que se le ha indicado ser indiferente a todas esas agresiones. Y es entonces cuando dirán que ese auxilio ya no sirve para nada.

lunes, 12 de abril de 2010

Me siento el super intendente Chalmers (Archundia)


Me siento como él. Para quienes no lo conozcan, él es el superior del director Skinner en los simpsons.
Siempre que llega a algún lugar de sorpresa todo está mágicamente preparado para su arribo. Todo el mundo lo espera, todos saben que va a venir, y aún así fingen sorpresa y claman "Oh, superintendente, que sorpresa". Además, ante cualquier equivocación o cualquier desfasaje, Skinner culpa a los niños.
-Qué opina de los carteles?
-Demasiado aduladores
-Fueron los niños. Traté de disuadirlos pero...
Así me siento yo. Cuando preparo todo, cuando quiero regalar algo, o aparecer en algún lado sin haber avisado antes, todos saben ya que voy a ir, qué voy a regalar, o qué tengo preparado. Y lo peor es que te dicen "hooooooooooooooola Wallyyyyyyyy, no te esperábamos", y si no me gusta algo o encuentro algo de que quejarme -tarea muy fácil cuando se es como yo- siempre hay algún salame responsable del desbarajuste.
Malditos impostores.

sábado, 10 de abril de 2010

¡Tené cuidado!

Hace rato enloquecí y todavía sigo suelto...

lunes, 5 de abril de 2010

No pretendas sentido común.

Muchas, pero muchas veces, me han dicho que no pretenda que la gente use el sentido común. En diferentes ámbitos: en mi carrera, en mi trabajo, en la vida... Y yo me pregunto si eso es correcto o es una apreciación un tanto cruel.

Verán, decirle a la gente qué debe hacer y cómo debe hacerlo deja muy reducidas las chances de equivocarse. Y eso puede parecer a simple vista algo positivo, pues si nos equivocamos menos, hay menos que rehacer, lo que se hace surge más rápidamente, y nuestros superiores o docentes tienen una cara de feliz cumpleaños todo el tiempo.

¿Pero que hay de aquello de que "de los errores se aprende"? Si nos equivocamos cada vez menos, entonces cada vez aprendemos menos. Y si cada vez aprendemos menos, somos menos valuables en el mercado. Y las posibilidades se achican, el mundo se hace un punto que cualquiera puede dibujar con un bolígrafo que funcione.

Además, un tal Darwin alguna vez dijo "órgano/músculo/miembro que no se utiliza, se atrofia". Y si no usamos el cerebro, seremos, ineludiblemente, cada vez más mediocres.