Por la posición que ocupo en el trabajo, tengo que lidiar permanentemente con una difícil situación. Mejor dicho tenemos, porque somos varios los que la padecemos.
Siento como si hubiera una guerra entre rusos y alemanes, unos con apoyo de Estados Unidos y los otros de China, unos con su super tecnología, y los otros curtidos ya de tanto combatir. Una pradera inmensa, de un verde infinito que se hunde en el horizonte hasta declinar en el más puro celeste de un cielo que no tiene conciencia de lo que está a punto de pasar.
Y nosotros en el medio. De todas las posibles, la mejor y más calificada carne de cañón de todo el piso. Recibiendo fuego cruzado de ambos lados, es lógico que algún misil con un leve desvío angular nos impacte perpendicularmente en la cabeza, reduciéndonos a simple escoria, aunque dejando vestigios sanguíneos en los uniformes de los que nos rodean.
¿Que cuál posición ocupo? Control de calidad. Agente de la calidad. Es tratar de ser el auxilio que toda persona necesita cuando está viajando en plena ruta, a 200 kilómetros de cualquier interacción siquiera con una rata, quisiera tener. Hasta que aparecimos nosotros, todos viajábamos sin auxilio: si llegábamos a destino en buenas condiciones, entonces teníamos éxito. De lo contrario, a empujar se ha dicho.
Pero aún hay más. ¿Qué pasa si tu propio auxilio tiene la misión de explicarte por ejemplo, que baches deberías evitar para no haber causado la pinchadura, o te explicara cómo es el proceso para cambiar un neumático, aún cuando lo has hecho miles de veces, y por un tiempo más que prolongado? Entramos en un terreno escabroso. En cierta manera hay quienes se relajan y conducen despreocupados, y a toda velocidad, porque ya saben que hay alguien más dispuesto a auxiliarlos. Hay quienes saben que a pesar de que necesiten ese recambio, si el auxilio mismo resulta tedioso -o simplemente hace algo que les desagrada- lo arrojarán con toda su furia lo suficientemente lejos como para no oírlo, y dedicarán en su honor cientos de maldiciones y prejuicios.
Lo que nadie, absolutamente nadie, tiene en cuenta, es que alguna vez nosotros también condujimos, y que ahora, entre tanto desprestigio y desesperanza, intentamos ayudar y no perjudicar.
Alguna vez entenderán, que cuando vayan por ese auxilio, luego de haberlo desgastado y deformado en diversas ocasiones, puede que éste falle, a pesar de que se le ha indicado ser indiferente a todas esas agresiones. Y es entonces cuando dirán que ese auxilio ya no sirve para nada.
domingo, 18 de abril de 2010
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Yo trato de pensar que lo único que se necesita es tiempo. Sea que todo explote como dicen algunos, sea que no explote nada.... el ser humano es un animal de costumbres, según se dice. Quizas sea autoengaño, pero de esta manera, como yo me sienta depende de mi. Yo elijo cómo me quiero sentir, y generalmente me funciona. Ja.
ResponderEliminarSi, también tengamos en cuenta que por mas que el auxilio llega rápido, en tiempo y forma y le dice al conductor: SEÑOR, TIENE UNA RUEDA PINCHADA, el conductor a veces opta por decir: MA' SI, ME CAGO EN TODO... SIGO NOMÁS... o a veces te dice: LA DEJO ASI PORQ EL MOTOR ANDA MAS LIVIANO, o EN LA FABRICA ME RECOMENDARON ESTO...
ResponderEliminarEn esos casos, la responsabilidad sigue siendo del auxilio... y eso, es lo que a mi no me parece correcto... yo voto porque cada uno se haga cargo de sus cagadas, que ponga la cara y se haga responsable... sino, siempre estamos atajando cagadas, y cuando se nos pasa una ya sea por boludos o porque estabamos hasta las manos de laburo, la culpa sigue siendo nuestra.