miércoles, 14 de mayo de 2014

Anomalías temerarias en el 28

Culmina mi jornada laboral. Tomo el autobus de regreso a mi morada. Tal como un día hábil cualquiera, su pasaje se presenta opíparo. Al llegar a una zona de detención, se produce un cataclismo inédito: una horda de execrables sujetos se abalanzan sobre la puerta trasera, intentando ascender a través de ella. Claramente vulneran el indefenso cartel que reza "descienda por atrás". Sin embargo, no se conmueven. Es más, ni siquiera se inmutan. Sólo algunos de ellos esbozan una sonrisa burlona en señal de triunfo. Impávido ante tamaña muestra de desprecio por el propio bienestar y las buenas costumbres, apenas distingo al conductor, quien sordamente esgrime el inicio de una gresca, al indicarles vulgarmente que su modo de proceder no es el correcto. Finalmente, se resigna a la derrota y emprende nuevamente la marcha. Una anécdota más que cuando anciano, trasladaré a mis impúberes nietos ávidos de mundo