De cada uno me llevé recuerdos, anécdotas, y algo aún más importante: la gente. Estuve a punto de decir "amigos", pero me contuve porque no faltará quien diga que al trabajo uno no va a hacer amigos, sino a cumplir un objetivo (o más de uno...)
Todo sitio a donde regreso, encuentro quien me recuerda gratamente, y hasta me animaría a decir que le agrado. Todo sitio adonde voy, fomento nuevas relaciones y encuentro así a quien, esfuerzo mediante, me recordará gratamente cuando regrese

Por otra parte, aunque no menos importante, me gustaría estar colaborando desde otro lugar, haciendo otro tipo de cosas. Y con esto no me refiero a hacer souvenirs en porcelana fría, sino a encontrarle el fundamento a mi trabajo.He pasado por situaciones y empresas (o clientes) diversos: desde el compromiso patente hasta la indiferencia màs absoluta, desde el requisito tìpico hasta la inquietud por lo desconocido, desde una idea clara hasta el frenetismo sin sentido. Mas, siento que por lo general, y aunque entiendo que en ocasiones el puesto lo amerita o requiere, estoy cumpliendo deseos en lugar de aportar soluciones. Cada vez identifico más problemas en la calle, me entretengo más a gusto con cuestiones extra laborales. El desafío está descolocado, burlándose de las paredes de la oficina.
Es extraño, particular. Pero estoy seguro de que no es un sentimiento único.
Ojalá algún día, la mente me de tregua, y tenga los avales necesarios para dejar de sentirme un borrador de profesional para pasarme a producción...