A veces muchos piensan que sentarse acá y escribir es fácil, que sale sencillo, que las ideas surgen una atrás de otra y uno simplemente, como si fuera una tarea casi por decantación, las transcribe.
Pero lo que no siempre se tiene en cuenta es que hay que poner un filtro entre lo que uno dice y lo que piensa. Hubo tiempos en la historia argentina en donde la opinión y la expresión fueron castigadas como nunca antes. Hoy, "por suerte", podemos expresarnos libremente y la opinión brindada ante un asunto de nuestra competencia suele ser considerada algo de valor.
Cada ser humano tiene 2 orejas, 2 ojos, pero solo una boca. Esto quiere decir que estamos preparados para escuchar y ver más de lo que deberíamos hablar, o al menos eso parece. El problema es cuando el tamaño de la boca excede los ojos, los oídos, y en ocasiones onnubila hasta al cerebro. Fíjense que en el párrafo anterior yo expuse que los asuntos sobre los cuales uno opina, no deben son todos, sino una pequeña fracción de ellos. El problema se suscita nuevamente cuando debemos definir el "hasta donde me importa o me incumbe" este asunto...
¿Subjetivo u objetivo?
¿Podemos dar nuestra opinión de manera objetiva, sin ponerle ese "tinte característico" que nos distingue de los otros? Que pregunta subjetiva, ¿no?
Uno es amo de sus silencios, y esclavo de sus palabras.
La opinión y la expresión son herramientas muy poderosas que por el momento podemos disfrutar. No las desperdiciemos diciendo estupideces.
miércoles, 22 de abril de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario