lunes, 15 de marzo de 2010

¿Seguridad o desafío?


Siempre me pregunté que era mejor. Quedarse donde uno está, con lo que consiguió por sí mismo o a través de otros, o moverse, buscar la acción, salir de la trinchera hacia el crudo campo de batalla. Y la duda surge por la "comodidad" o el contento que produce la situación en la cual uno se encuentra en determinado momento. Pasa con el trabajo, con el destino, con el amor...
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Cuánto puede cambiar todo si tan solo uno desea que eso pase. Cuántas miradas dejan de ser neutrales para pasar a ser cómplices. Y si todo es tan simple que puede ser dirigido por un deseo, ¿por qué nos cuesta tanto cambiar?
Hay quienes soportan todas y cada una de las injusticias por conservar lo que tienen. Y no siempre pueden elegir aquello que los motiva, que los identifica. Incluso, hay razones ajenas al propio ser que obligan a tomar una decisión. Por ejemplo, no es lo mismo cambiar de trabajo si sos soltero, si sos casado, si estás pagando una deuda, si tenés hijos, si el otro trabajo queda en la loma del pendorcho...
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Pero, ¿cuánto estamos dispuestos a soportar en pro de mantenernos? ¿Cuánto dolor y flechazos al corazón del orgullo resistiremos? ¿Qué tan denigrados podemos ser por conservar esa suma de dinero, esa ilusión amorosa, ese ideal que ha estado en nuestra familia por generaciones?
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Prefiero tomar el riesgo, aunque termine hundiéndome en mi propio desafío.

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